PANDEMIA





Voy a subir al techo a ver, a mirar el desastre, bajo la luz, de la luna gigante. Tuve miedo, pero ya se fue. Ahora estoy arriba de mi casa con un rifle. Emancipé mi vulva, ergo mi boca. Siento júbilo de materia prima creadora. ¿Esta cuarentena se llevará los momentos de máxima conciencia de introspección del siglo entero? ¿Tendré en la próxima década, tanto espacio de escritura? Pocos estamos armados. Las armas se reconocen al recrearse el lenguaje. Alimentación es cuido y trinchera. Ciclicidad, resistencia y disparo. ¿Nos estamos desintoxicando del tiempo?  Dark: No sabría a la casa de quién ir si llegara el apocalipsis. Este es una pensamiento-patrón de cuarentena. Las respuestas varían. La ingratitud de haberme negado el sol, desvaneció todo posible agenciamiento político con mi vecino. No tengo palabra para la sensación familia. Siento siempre las mujeres al rescate, pero no se bien de qué.  Después de un mes, se abrió algo patético e interesante. Aunque a mi igual me dolía, la cagué fuerte. Quise esperar que pase el tiempo del dolor 2020 y no pude. Se sostuvo mi deseo por una sexualidad de amantes que experimenten el encuentro sin inhibiciones.  Solo eso se sostuvo. El amor – el instante.  La palabra flota por los lagos invisibles de la memoria que arrasa con todo. Al domingo lo detesto desde antes. Lo lleno de plantas y harinas, e igual lo detesto. Lo que extraño de la casa es su amplitud, el sol a la mañana en la terraza, la libertad y el desvarío, su naturaleza visual invasiva. A mi el misterio de los cuerpos entramados me potencia. Pero entendí el peligro y fracasé. Acá envuelta en la frazada, todo está bien. Es triste y a la vez bello y ni siquiera duele tanto. Lo paternal de la expulsión, habilitó mi fuego. Y nos llevamos bien, nos encontramos y nos besamos. Me chupó toda, con detenimiento y con ganas. El tiempo se volvió una sensación de-espacio. Me devolvió la piel. Recién seis meses después de entender que tenía que irme, llegué a estar sola. Se me murieron todas las lombrices del compost y las rasquetée con un cuchillo porque se habían pegado al piso. La soledad se volvió una droga, me dijeron. Hoy por las dudas no mato nada que crezca. Dejé atrás a la que tiene miedo de estar sola y a la que tiene frío en el futuro. Dejé atrás a la cansada y a la que se abre demasiado. 



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