Dibujo: Marina Mangieri


Mi dolor es hacerlo
con el órgano inapropiado:
escuchar con el estómago tus sermones
hasta morirme de ironía gástrica
olerte con los ojos el ánimo
con el que llegás de tus secretos
Descifrar tus rasgos nacientes
a través de mis pulmones y ahogarme
por causa de tu histórico silencio,
porque las nenas grandes no lloran
las nenas grandes, no lloran.
Pretender entonces aspirar
tus malospensamientos
literal, con mis labios
recibir tus besos y
transportarlos directamente hacia el cerebro
es equivocarme de camino.
Poner las balizas.
Retroceder marcha atrás, a propósito.
Defenderme con taquicardia de tus caricias
al sentir que la frecuencia
de verdad disminuye
Se aceleran las dudas, yo arranco sola
tus ojos tristes, mis brazos cruzados
interfieren tu afán de romperme a gritos
el escudo o la red
o más bien, el escudo Y la red
no son más que un efecto
de aquella imagen que sin querer
me entró por las fauces,
y se clavó, entre la tráquea y la glotis,
no decía en verdad mucho de vos
-ni la imagen ni aquello que dijiste-
a pesar que hizo temblar mis emociones
las más bohemias las más baratas y las más fetiches
creo que solo fue un perfil
que no te favorecía, y a mí...menos
menos mal que caemos en el territorio
del cuerpo que siente de vez en cuando
tus latidos en mi pecho y al revés
como corresponde
te amo
con el corazón
 

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