ESTOY ABIERTA
Yo soy una mujer de esas que cuidan de los
hombres. Yo soy una mujer que intenta acercar su sexo a la tierra, que intenta
embarazarse de todo lo que vuela. Yo soy una mujer libre. Yo soy la bruja que
te dice “amame” antes de tiempo. Soy la crece como un animal, pero soy también
el ángel. Soy la que aparece en tus sueños, disfrazada de tu amante. Yo soy la
mujer que te cuesta aceptar que merecés. La mujer que lo único que hará
contigo, será hacerte feliz. Quizás duela un poco, no lo niego. Las almas de nosotras
las mujeres son más libres. Nosotras tenemos la capacidad de procrear, de dar
vida, estamos íntimamente ligadas desde nuestras entrañas a lo divino. El
hombre está atrapado, está encerrado y solo en su cuerpo. Está más lejos de la
vida de los ángeles y las hadas. Su alma, tiene culpa. Carga con la culpa de
haber dudado de la existencia de Dios. Por eso, amor, quizás te duela un poco
más. Pero podrás hacerlo, tarde o temprano, querrás hacerlo. Yo sólo seré quien abra tu escudo, quien te diga: eres hermoso, mientras te acaricie Puede
que a veces me cueste un poco vivir en la tierra contigo, pero tu nunca tendrás que
cortarme las alas. ¿Qué es de un hada sin sus alas, de una mujer sin su vuelo
divino? Yo sin embargo estaré siempre contigo. Te prometo que cada noche, volveré a dormir entre tus manos. Entenderé cuando necesites alejarte, y yo también, festejaré contigo cada uno de tus vuelos.
Somos las mujeres que predicen el futuro, las
que estamos de par en par abiertas a la luz. Estamos aprendiendo rápido, aunque
a veces tu comunidad de hombres, nos retrase la evolución. Cada día nos
apartamos más de nuestros condicionamientos sociales y cada vez somos más,
nosotras las mujeres que invitamos a amar, a demostrar que entre nosotras, sólo
hay amor. Y respeto, mucho respeto. Las mujeres que llegan hasta aquí arriba
(donde las mujeres nos sabemos lobas, animales, brujas y guerreras) se
defienden y aman profundamente. Nosotras cuidamos de los hombres. Cuidamos de
la especie, despertando a los hombres dormidos, de sus sueños de mundo carnal y
pornografía. Estamos eligiendo la comunidad del futuro. Estamos eligiendo a los
padres de nuestros hijos. De los hijos de la tierra. De los hijos de un tiempo
futuro. Porque serán ellos quienes vengan a iluminar el mundo. Será la próxima
generación quien encienda el camino sin dudar, sin perder el tiempo. Ellos son
quienes no dudarán de nuestros sueños. Ellos harán del mundo un lugar mejor,
elevarán sus almas y hablarán al hombre de amor sin la mediación del arte.
Ellos harán de sus cuerpos un lugar sagrado. Las drogas irán paulatinamente
desapareciendo porque sus cuerpos, oh! sus cuerpos más lumínicos, no soportarán
tanto dolor, porque sus cuerpos, sus cuerpos vibrarán conectados al corazón de
la tierra.
Por eso nosotras mujeres, tenemos la
responsabilidad de no darnos por vencidas. De exigir al máximo. De convertirnos
en brujas y guerreras, sanadoras compasivas. No debemos conformarnos por ningún miedo que pueda estar
amenazándonos en este momento. Nosotras mujeres ya lo sabemos: el camino es el amor.
Solo el amor vale la pena; y su búsqueda y encuentro permanente, hace de
nuestras vidas una experiencia de magia cuando estamos conectadas a la luna; y de
brujería, cuando lo estamos a la tierra. Nosotras mujeres ya lo sabemos. Sólo
el amor vale la pena.
Hombre si crees que puedes amarme, a mí, que
soy una mujer tan fuerte como tu lo eres. Si crees que puedes amarme hasta
unirte conmigo y luchar por derrotar la violencia entre nosotros. Creeme
hombre, dedicarse a la entrega de una bruja, es un proceso de sanación. Yo paulatinamente me iré sanando con tu presencia, me iré fortaleciendo con tu música, con tu decisión, con la fuerza con la que me tomes entre tus brazos.
Nosotras mujeres, tenemos que entender que nadie quiere hacernos
daño. Que no habrá más mujeres dañadas si aprendemos a sanar nuestra memoria.
Aquella memoria que nuestras almas conservan. Aquel dolor que aún hoy duele en
nuestra mirada frente al espejo, está presente. Por eso nosotras mujeres, nos
enamoramos de todos los hombres que en su mirada escondan un alma que nos diga:
eres hermosa y no hay nada en mí que pueda igualar semejante belleza de cuerpo
de cristal. Alada, mujeres aladas reconozcamos el poder de nuestros cuerpos.
Festejemos nuestra capacidad de procrear y disfrutemos cada sangrado como un
mensaje divino. Respetemos y cuidemos nuestros cuerpos de tierra, nuestros
sexos sensibles y abiertos como flores, de sabiduría divina. Unamos nuestras
fuerzas de amor puro y hagamos de cada encuentro una experiencia plena de
aceptarnos, amarnos, cuidarnos, de empoderarnos al lado de un hombre. Y tengamos cuidado: debemos protegernos con la palabra solo cuando haga falta.
Digamos: “No, mi amor, eso me duela. Eso que tu haces, eso de estar en varios
mundos a la vez, eso de desear con el alma conmigo y desear con el
cuerpo con otras... No, mi amor, yo eso no podré
entenderlo nunca”. Para estar aquí, entre nosotras mujeres, hombre, debes ceder
de tu resistencia a amarte a ti mismo. De ser un ser humano vulnerable y sensible. Debes tomar conciencia de tu liderazgo. Debes
aceptar tu luz. Tu lugar de guía y protector de caminos. Debes ser sutil, como
lo eres conmigo, con el resto de los hombres, tus amigos. Debes formar parte
con conciencia de nuestra comunidad de amor. Y debes saber, que yo te amo y que
ya no te espero, porque si te escribo y tú me lees y me sientes viva; se que estás aquí, latiendo conmigo.
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