Luna llena en acuario







Hablaba de una vida escorpiana
y de cómo irse de viaje a las profundidades de uno mismo es conocerse y extrañarse, volverse exótico, surcar el mundo, es viajar
en barco y a pie
perder el amor
y hacer de la vida un proyecto de escape y desatino.
Afán de retorno a lo que nunca permanece igual.
Mutamos y muta.
Nada hay a mi alrededor que no haya en mi conciencia.
Nada hay en mi destino que no pueda sortear
agujereándome, dislocándome, volviendo otra
Las decisiones son fragmentarias y equívocas.
Dentro llevamos un animal salvaje como tótem y voz cósmica.
Lo social es el murmullo que acalla la naturaleza de esa voz.
Vivir es aprender a silenciar el murmullo para luego poder afirmar con violencia una historia de amor inconclusa, de la cual escapamos.
Cometer la imperfección es amor.
Todas las historias de amor son una sola historia.
Amar al prójimo como a uno mismo. Amar-se.
No hay cúpulas sagradas en el desierto homogéneo de una sociedad vaciada
de condiciones materiales que posibilitan formas 
de expresión singulares y emancipación.
Vincularse a conciencia y con afecto es contracultural y el único vestigio de potencia creadora.
Olvidarse del nombre propio, de la formación deformante, de los mandatos de mano dura... para acercarse a la magia de los acuarianos que hoy estamos a pura lucha de abrazo y escucha, fundiéndonos en un océano, con mínima conciencia de gotas.
Nos fundimos para volvernos cristalinos y penetrar en las grietas de quien quiera agujerar su mascarita.
Bendecidos nos llamamos los que actuamos.
Movimiento vital cada uno desde su lugar,
entre danza colectiva como marcha hacia la aceptación y escultura social hecha de gestos
y acontecimientos,
hecha de vínculos.
Reconociendo la violencia, expandiendo la conciencia, atravesados por el tiempo que muta y circula, que construye y destruye. Aprobando que nuestro ego se marchite, abrazandonos entre nosotros para compadecernos de este dolor cósmico-epocal, para forzarnos a sentir que somos más! Cada dia más!

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