NO C

Foto: Marina Mangieri



si me siento íntegramente nueva y alegre [como el alma pequeña de un huevo cigota] o consumadamente vieja y triste [como el cuero cabelludo resquebrajado de una vieja de siete mil años de edad] Realmente no lo sé todavía.

Siento que siento mucho. Y por mucho hoy no puedo decir nada más que el sentir todo aquello que no digo. Y por primera vez, digo menos de lo que siento. Hoy mi decir no es más escudo, no es palabra pornográfica, no es goce endogámico del decir… Hoy converso como una montaña a la que le fueron erosionadas todas sus puntas. Mis palabras ya no cortan ni tienen aristas.  Los bordes de lo que te digo son curvos y sensibles. Hoy, el decir, se deja corroer por el viento, que sopla…sopla vigorosamente y no me vuela la cabeza. Ya no hay deseo de decir sin violencia porque ambos ya no tienen nada que ver. Lo han visto todo y han decido cerrar los ojos antes de encontrar la otra orilla. Antes de partir... en pedazos suspendidos por los aires.

Si hoy puedo hablarte es porque me dediqué durante un año entero simplemente a escucharte. También porque me enseñaste que a veces es necesario no decir nada. También porque supe hacer un silencio. Un único silencio. Y pude construir sigilosamente un camino de mudez donde la prudencia será al fin, resultado y alimento.

Cuando me descubrí aquel hoyo entre la piel, supe que ya nada podría suturar mi herida. Me dispuse entonces a infiltrarme de silencio y dejarme en paz ser vocalizada en un tono mayor. Rápidamente soné a mi y me ensordecí. Pero no salí corriendo… caminé. Caminé durante siglos por aquel desierto con árboles arcaicos en busca del agua perdida. Caminé sin tiempo, sin rumbo y sin prisa. No corrí. Caminé... Y en el camino encontré una escala, un ciempiés dorado y un modo orgánico de respirar.  Encontré todo lo que buscaba y acabé finalmente perdida.

Estas palabras ya no son autónomas de mi corazón.  Estas palabras intentan contarte lo que siento. Y muy dentro de mí hay alguien que agoniza lentamente. Hay alguien que sucumbe cuando callo. Hay alguien que solloza mi nombre. Hay alguien que me tiende la mano. Hay alguien rendido ante la sanación de la madre naturaleza.

La historia de este viaje es mía. Y no porque fui yo quien la ha vivido, sino porque mi corazón estuvo respirando al ritmo de las frases que ella elige regalarte.  Y ya no importa si vivo o muero al final de la escapada, porque descubrí que no hay dónde escapar. Y que el pozo de agua me acompaña a donde vaya mi camino.

Mientras escuchas susurrar mis plegarias de amor, no debes olvidar que como hoy me desnudo de cariño, alguna vez me vestí de agresión. No debes olvidar que así como hoy te acaricio, alguna vez te golpeé muy fuerte.  Y por sobretodo no debes olvidar que así como hoy procuro afinar mi canto, alguna vez relinché como una yegua. 



Comentarios

  1. mientras te leía escuchaba todo este silencio, y todos los gritos de este silencio. me sentí endemoniadamente en paz.

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  2. Movimiento 3 de una sinfonía.
    Estoy obnubilado.
    Espero ansioso el cuarto.

    J

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