Cabalgarte (Diciembre 2017)





Escribir no es enlazar las palabras y hacer algo con ellas.
Nada como un acto de elección.
No estoy acá porque quiero
Escribir es más bien
algo que tiene que ver
con la violencia del sentir mucho.
Es no callarse la boca
Cuando te dicen
Callate bien la boquita
De eso no se habla
Eso no se dice
Madurez iniciática: puedo decir lo que se me cante el culo.
Necesito que las palabras me exciten y me excedan,
me dejen cabalgarlas y me penetren.
Escribir es ser tomada de atrás por la cola del cabello
y montada de golpe por una fuerza que me sacude en seco.
Ser montada,
de a tirones
por las palabras,
antes de tiempo.
Sentirlas duras,
Sentirlas venir
sentirlas adentro.
A veces siento
que las escribo
como corre una yegua salvaje por la tierra: con perseverancia.
Y mis relinchos son juveniles e inexpertos:
"en nuestro desierto de tierra seca hay hambre
y ya no hay tiempo para enojarse".
"en nuestro desierto de tierra seca hay hambre
y ya no hay tiempo para enojarse".

Mufo y rechino mis dientes
de un modo irracional
y los caballos negros avanzan sobre la ciudad
Y sus jinetes buscan
Cogerse a las yeguas
cazar a los monstruos
agujerear sus cuerpos
quemar sus ojos
Y yo yegua brutal de perseverancia insoportable, lo escribo.
¿Escuchás mi relinchar?
¿Llegás a sentir que la tierra está seca y que yo sufro como una yegua?

Centaúride: Mitad mujer, mitad caballo.
yegua, puta.
Yegua puta, y montonera
Buenos Aires detesta a las yeguas.
Y le teme a los monstruos
Yo
soy una especie de monstruo:
Centaúride : Mitad mujer, mitad caballo.
yegua, puta.
Yegua puta, y montonera
Los monstruos sentimos mucho, sentimos afecto
Cuando digo afecto, digo:
sentimos conexión frente a las partes desiguales.
Digo, sin miedo a las mezclas
Cuando digo afecto, digo
no matar a alguien por robar un pedazo de pizza
Digo, no gasear a los ojos
Digo NO a los caballos negros en el kilómetro cero
De mi ciudad

Contra eso luchamos los monstruos y las yeguas.
Batalla colectiva:
quiero que algún día
se [auto]convoque una movilización
afectiva:
en el campo de artificio
Acá nomás, en la plaza.
Donde se lucha,
se hace el amor como se hace la lucha.
Y el amor no puede trascender (más).
A menos que el amor se haga virus
grito radical de alegría –
relincho de yegua perseverante:
deseo que el amor se haga virus.



Y un día el amor, se hizo virus
Vean como todo se ha transformado:
el dragón se ha convertido en una hermosa centaúride blanca,
ahora ustedes son una yegua
están en la plaza
Cabalgan sobre la inmensa avenida, hacia adelante,
como una flecha.
Saben lo que quieren, saben hacia donde deben dirigirse
A sus costados, sus compañeras
Galopan entre columnas rojas, alineadas a través del asfalto, con pañuelos verdes
Tienen la mirada fija hacia adelante.
Sientan la velocidad,
el gozo de esa libertad,
la embriaguez del galope.
De pronto, aparece un caballo negro
Y sobre su lomo, un jinete maldito
Viene a toda marcha
Para montarlas
Se las quiere coger
caballo negro se acerca al galope
y al jinete
Lo sienten venir
Lo sienten cerca
Lo sienten duro
El jinete toma su escudo
amenaza con lanzarles fuego en sus ojos
Ustedes siguen galopando
Como una yegua perseverante, sin miedo, hacia delante
Miran al caballo negro a los ojos
Y relinchan con todas sus fuerzas
le gritan: ¡monstruo, yo te amo!
¡Te amo, caballo negro!
Caballo negro clava sus pezuñas en el asfalto
Y jinete sale volando
Ustedes centaúrides blancas y hermosas
Se acercan al cuerpo del jinete
Toman una flecha entre sus patas
Y clavan la flecha en el casco del jinete
Relinchan nuevamente:
"Te dije, en nuestro desierto de tierra seca hay hambre,
y ya no hay tiempo para enojarse"

Jinete se infecta con el virus del amor
y gendarme desaparece.
Ustedes se quedan solas
Caballo negro las mira y les dice:
¿vamo a tomar una birra?


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