De nuevo
No sé qué pasó, solo que
mucho tiempo hace que no te veo. Que no me doy cuenta de vos como si habitaras
en mí. Quien me separé de pronto del golpe un día, aquél, ¿me separé de quien?
¿De mi, de vos? Me separé. Simplemente me volví la pareja de alguien. Y me
alejé solo de la parte de mi que hoy, retornó. Soy quien te escribe. Yo soy,
quien, te nombra Florencia. Estoy acá como hace mucho mucho tiempo estaba. Como
cuando corría como una yegua, desesperadamente, cuando iba enroscada como
gusano, cuando amagaba al ser y a la vista. Cuando solo era duda y sospecha.
Desnuda hoy ya no. Hoy otra. La misma, sí, pero mudé. Mudé porque mi di cuenta,
que no somos tantas, ni siquiera muchas. Mucho es solo el tiempo que tardé en
darme cuenta que soy. Qué soy. Una sola. Una. Mujer que fluyo. Una mujer sola.
Estoy, en pareja. Una. Sola. Pero estoy, antes que eso, cerca de mí. Soy, una mujer
que confirma que no le interesa nada que no transforme al mundo. Así como lo
escuchás, profunda y dulcemente, ya no susurro, no canto, no, pero puedo
escribirte que no me interesa nada ni nadie que no pretenda transformar al
mundo, que no se anime a bailar, que no perciba mi perfume ni me mire transparente,
que no crea en la magia y la alquimia -por lo menos en primavera y en abril-
que no se pare sobre estandartes precarios y movedizos, que no se extravíe
dentro de sus propios deseos, que no se anime a perder su máscara y quedar sin
rostro, que no tenga el tiempo infinito de dedicarse a aquello que aparentemente
no vale la pena.
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