Nada me sostiene
Por realidad entiendo lo mismo que por
perfección. Pretendo desparramarme en un gesto para pervertir al poder. Y dejo
de pretenderlo. A veces pienso encamarme con cualquiera que goce de la lentitud
de mi cuerpo. Pero prefiero no encamarme con nadie en la realidad. Solo lo pienso
y cuando lo hago, lo hago muy lentamente. He perdido la perfección. Estoy
agradecida. Sueño agua desbarrancando de mi extensión fluyendo hacia las
alcantarillas desde donde algún hombre siniestro espera para devorarme. Miedo a
ser tocada. Nadie me mira. En el umbral de mis ideas lo lírico pierde sus
formas. Puro movimiento. Dejo de fluir. Veo que mi estructura mental es acotada.
Toda esta danza solitaria se torna destrucción de mi rigidez. Yo no quería
integrar mi doble. Hoy no sé quien escribe. He perdido mi intimidad y mi
rostro. Soy un agujero de carne, un salto al vacío, una mano sola. Vuelvo a ser
una simple sospecha de que a mi cuerpo alguien lo habita. Prefiero olvidar que
alguna vez pensaste en mí. Perder la definición, las prácticas, la
personalidad. Me ocupo del medio, del tránsito y del trabajo. Presto atención a
mis ganas de desear. No deseo, pero me brotan las ganas de hacerlo. Pérdida y
transformación. Registro de cambios. Registro de ausencias. Ayer falté. Sincericidio
brutal. Acto de conciencia. Por realidad entiendo lo mismo que por perfección.
El mutismo me habita. El movimiento me busca. Nada me sostiene.
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