Ejercicio





Dale la vuelta al mundo
Sí, dale la vuelta al mundo.
Animate a verte cara a cara, a mirarte en el espejo el alma, a reconocer qué hermos@ sos cuando sonreís. Atravete a jugar con el espejo y ver el reflejo, de tu felicidad atesorada, en tu entreseño, fruncido como tu estómago, a las 17:45, esperando las benditas 18 horas, que llegan día a día con la libertad.  Salí a caminar sin ningún motivo, sin ningún destino. Salí a perderte un rato, entre tus pasos y pensamientos, pero intentá no pisar caca de perro. No te olvides, eso sí, de contemplar de vez en cuando al cielo. En la ciudad, es difícil recordar que el paño que nos cubre es celeste-cielo. Respira hondo y alcanzá a oler el viento que mueve la copa de los árboles.  Perdete un poco. Perdete lo suficiente. Y cuando en alguna esquina te encuentre el sol, detenete. No dudes, de parar, sin importar que el mundo siga su rumbo. Su paso apresurado y mecánico. Vos no temas quedarte parad@. Si te animas, incluso, podes cerrar los ojos, y alzar tu rostro, dirigirlo al sol. Estate ahí, unos minutos.  Quedate con él y no pienses en  seguir. Chupá su luz, absorbé su energía. Ahora, date tu tiempo para quedarte ahí. Estate con él, todo lo que necesites.  
Y si por un segundo pensás que podés estorbar a alguien, estando ahí, petrificado como un poste percibiendo el sol, por primera vez, cagate en eso.

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