Fiesta






A veces nos preguntamos, si alguna idea por fuera de la ley,
podría hacernos millonarios
y nos damos cuenta que quizás
ya lo somos
porque deseamos
más de lo mismo
cuadrados, redondeles, juegos, plantas, amigos, música, amor y vida
como una intensidad que nos sostiene la sonrisa
seguimos buscando excusas para compartir
experiencias de las que: “sentate que te cuento”
Por eso el sábado retornamos
hacia el mismo lugar donde hacía un año, habíamos estado:
el mismo recorrido, la misma plaza, el mismo balcón.
Volvimos caminando
tomados de la mano
hablando sobre lo hermosa que es la gente
que conocemos
y de lo solos que están, todos los demás.
Recuerdo que me dijiste, que volver a tu casa conmigo
era la parte de la fiesta,
que más te gustaba.
Cuando entré al baño, y te pedí, que me fotografiaras desnuda
vos me pediste quedarte, ahí sentado
y yo te hablaba y vos, no respondías
pero igual sabía, que me escuchabas.
Y cuando entraste, y el agua estaba
caliente y vos, tan frío
(¡y tan hermoso!)
Y cuando te dormiste
sobre mis rodillas
y yo el pelo, te acariciaba
sentí que éramos: los más campeones.
No supe muy bien de qué, ni siquiera
si habíamos ganado algo.
Quizás más bien, el sentimiento, era de pérdida,
y de habernos lastimado.
Creo que simplemente lo sentimos,
como otra batalla, de amor, que peleamos juntos,
nos sostuvimos en pie
frente a la fuerza
de la naturaleza cruda
y una vez más, bailamos juntos.  

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