La oscuridad de la luz
Los farsantes se eclipsan
ante la oscuridad de la luz.
La indiscernibilidad me convoca
arrojada
a la incertidumbre
intimada
a vagar por el tiempo
llamada hacia la fuente,
convocada
a mi esfera de acogimiento e
insensatez.
Cuando me acerque a la orilla
veré en el agua
mi reflejo en soledad
y juro que tendré miedo.
Contemplaré mis rostros:
los del tiempo del mito, los del
escenario sin épica, con las vestiduras rasgadas, los del alma desnutrida, los de mi esqueleto.
Junto al río,
la imagen:
camino con una especie de cuerpo
cubista donde se superponen una a otra las capas de mi existencia y soy una
materia luz de imagen borrosa en movimiento que refracta la figura de al menos
diez mujeres-fantasmas que se ondulan e intercalan como si flotaran unidas en
la base de un espejismo sostenido por líquido amniótico.
Esa soy yo, una danza.
Y del otro lado mi reflejo:
el agua es inmutable como estanque casi piedra y veo una mujer
hundida que ha muerto hace apenas unos instantes.
te quiero hasta el sol, ida y vuelta.
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